Presentamos este acto con palabras de García Montero en las que habla de la propia obra poética como una búsqueda flexible, una experiencia de viaje. Así, estas jornadas son un catálogo de viajes diversos, pues para quienes hacemos esta revista, las rencillas extraliterarias y la pedantería académica poco importan (aunque involuntariamente acaben surgiendo) y Carmina Magister no pretende otra cosa que acercar voces variadas del panorama poético de la región a todos los que puedan estar interesados.
El poeta, profesor, director de la revista Clarín y crítico José Luis García Martín fue el encargado de inaugurar las clases y lo hizo con un recorrido por su trayectoria poética, repasando versos creados en diferentes momentos de su vida. Ya en el turno de preguntas e interesados por su faceta de crítico mordaz, le escuchamos hablar de su actitud hacia poetas jóvenes, desde el punto de vista de quien auspicia a muchos autores que en nuestra región llevan sus pasos por la senda de la poesía.
Por la tarde, fue Sofía Castañón quien puso sobre la mesa un aspecto interesante de la creación: la necesidad que nos lleva, a pesar de la abundancia de textos maravillosos que ni siquiera tendremos tiempo a leer; a escribir y dedicar tiempo a la escritura. Al hilo de esto, trajo muestras (y los medios técnicos nos jugaron una mala pasada al respecto) de soportes de expresión artística diferentes, como por ejemplo las ediciones limitadas de Universo*IK, o formatos de recital que rozan con lo teatral y la performance.
Por su parte, Carlos Iglesias Díez dedicó la primera parte de su intervención a reflexionar sobre la necesidad del sentimiento en la obra poética, tomando ejemplos de los autores que para él han significado hitos poéticos como lector; después, tras este magistral repaso por algunos de los nombres más destacados de pasado y presente siglo, tomó la primera persona del singular para hablar de por qué él escribía poesía, reflexionando sobre la necesidad de un impulso que genere el poema, así como sobre aquellos elementos (forma, musicalidad, ritmo) que nos asaltan de repente y cristalizan después en textos.
En definitiva, una primera sesión exitosa por el público (secuestrado y voluntario) y por la respuesta de los poetas invitados. Mañana más.
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