"Hesperya, propicios hados te conduzcan, buena estrella te guíe, lucero lúcido te oriente, por más que hayas surgido de la etimología de un astro vespertino, como aquellas oscuras habitantes de la noche que, al borde del Océano, poblaban el Occidente. Pero has surgido así y así te han bautizado, como los aconteceres inevitables, porque aún quedan, así queremos creerlo, manzanas de valioso oro en los Jardines de las Humanidades. Aún faltan voces, muchas voces nuevas por brotar; todavía no han florecido del todo ni para siempre los cíclicas y renovadoras yemas de la eterna juventud.
Es éste nuestro único propósito y nuestro conforte: confiar en ti nuestros futuros nombres imprescindibles, nuestras tendencias más representativas, nuestras, al fin y al cabo, más tiernas, por el momento y sólo por el momento, inquietudes y estilos. Ésas generaciones que, al paso de los años, permanecen y definen momentos y épocas, sociedades y valores.
No es empresa heraclea en la que nos embarcamos. Nada más lejos de nuestra intención, pues no pretendemos más que rescatar del anonimato la emoción, el desasosiego, las ilusiones, los desaciertos, la ansiedad, el infortunio o la suerte que nos han tocado vivir; dejar constancia fiel, número a número, del espacio y la época, desde distintas perspectivas y con muy diversos tonos, desde nuestros años irrepetibles de estudiantes e ideales, caducos seguramente, pero ideales, sinceros ante todo. Pues ahí, pensamos, radican la objetividad y el honesto hacer del crítico literario, en la imparcial aceptación de las opuestas directrices y las desencontradas maneras de entender el mundo. Pues todo es relativo, todo, como el Oriente y el Occidente, depende de la giratoria dirección de nuestros ojos, de la cambiante posición de nuestros planteamientos.
Que así sea, mientras vivas el tiempo digno de vivir, Hesperya, y ojalá desde nuestra humilde pero convencida y entusiasmada proyección, las divinidades celestes -en estos menesteres las deidades terrestres no actúan casi nunca ni con la justa ni con la merecedora benevolencia- acojas de buen grado las colaboraciones y juicios con que te encomendamos al variopinto grupo de lectores que te recibirán en sus manos, unos con la indiferente compostura que los caracteriza, otros con el generoso acogimiento que sienten por lo novedoso y los escubrimientos, y algunos con la impaciente espera de ver su primer verso o sus más espontáneas opiniones impresas y públicas.
Fortuna tibi, Hesperya, sine ira et studio!
17 agosto 2006
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